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Alimentación para personas con diabetes

Un diagnóstico de diabetes puede ser una oportunidad para mejorar los hábitos alimenticios del paciente y de las personas que le rodean.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 400 millones de personas padecen de diabetes en el mundo. En las Américas, la cifra ronda los 60 millones de individuos, y se calcula que tres de cada 100 colombianos ya han sido diagnosticados. Las mujeres son las más afectadas.

Algunos de los síntomas que presentan los pacientes con diabetes son: micción frecuente, visión borrosa, sensación de hambre permanente, pérdida de peso involuntaria, cansancio o fatiga, parestesias y piel seca, entre otros.

En el caso de la diabetes tipo 2, más frecuente en adultos y adultos mayores, se presenta porque el páncreas no produce la cantidad de insulina suficiente o de buena calidad. “Aquí el médico definirá si la persona necesita fármacos o insulina para que el organismo pueda cumplir con sus funciones correctamente”, dice Franco.

Qué hacer una vez recibido el diagnóstico

Al principio, es probable que los controles médicos deban hacerse cada mes, tanto con el diabetólogo como con el nutricionista. Y a medida que se regulan los niveles de azúcar en la sangre y según el resultado de los laboratorios, estas citas de control podrán ser en intervalos de tres o cuatro meses.

Tres sencillos ajustes en la rutina de alimentación del paciente ayudan a alcanzar resultados eficaces:

1. Establezca y cumpla una rutina de horarios para comer. Evite que el tiempo entre cada comida sea prolongado. Y no se salte ninguna comida.

2. Tenga cuidado con las porciones. Recuerde que su plato debería tener muchos vegetales, una cantidad suficiente de proteínas, carbohidratos y una menor porción de grasas. Opte siempre por alimentos naturales y evite los procesados.

3. Manténgase hidratado. Es fundamental tomar suficientes líquidos a lo largo del día, entre uno y dos litros. Si le cuesta tomar agua mineral, añádale sabor con gotas de limón o prepare aguas aromáticas y tés.

El semáforo de los alimentos

ROJO (Eliminar)

AMARILLO (Moderado)

VERDE (Permitidos)

Azúcar blanca, morena.

Vegetales como zanahoria, remolacha, calabaza.

Verduras como brócoli, kale, espinaca, coliflor, espárragos.

Endulzantes como miel, melazas, jarabes, panelas, agave, jarabe de maíz, fructosa.

Frutas como banano, sandía, dátiles, melón y piña.

Frutas cítricas o de bajo índice glicémico enteras, como arándanos, fresas, naranjas, toronja, kiwi, cerezas, mandarinas, manzanas.

Jugos y batidos, aunque sean naturales. Bebidas alcohólicas.

Cereales como la avena, el arroz o la pasta.

Huevos y lácteos sin azúcares ni endulzantes.

Cereales de caja, alimentos industrializados como pasteles, postres, helados.

Legumbres como lentejas, y fríjoles, y tubérculos como la papa.

Grasas buenas, como nueces, aceite de oliva, aguacate.

Embutidos.

Carne de res y cerdo.

Carnes magras, especialmente pollo y pescado azul, como el salmón y el atún.

 

Una reflexión para todos

El diagnóstico de la diabetes, en ocasiones, puede acarrear una carga emocional tanto para el paciente como para su familia cercana. Si este es el caso, “es importante una valoración por psicología para acompañar al paciente en el proceso de adaptación”, apunta la doctora Becerra. “Las crisis también son oportunidades, en este caso una situación que es aparentemente negativa se puede convertir en una valiosa oportunidad de mejorar las rutinas de autocuidado, los hábitos y el manejo del estrés”.

Cuando un miembro de la familia es diagnosticado con diabetes, también es una oportunidad para la familia de mejorar sus hábitos alimenticios, no importa la edad de los diferentes parientes. “La enfermedad puede ser una invitación para que todos coman más saludable, de manera ordenada, respetando unos horarios, teniendo en cuenta las porciones y la importancia de la hidratación”, dice la doctora Alexandra Franco. “El objetivo es que estas buenas prácticas se mantengan en el tiempo, independientemente de celebraciones, cumpleaños, navidades, o fines de semana”. Y cuando se cuenta con el apoyo de la familia en todo momento, la adaptación se hace más fácil.

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